… Almas que lo captan todo. Se quedan dentro de ellos y ellas. En su mente y en su espíritu. Y se adhieren fuertemente porque generan dependencia.
El Dr. Víctor Cline, hace algún tiempo, describió que ver imágenes pornográficas despiertan sentimientos sexuales agresivos; muestran e instruyen en detalle cómo hacer el acto; el acto, en un sentido, parecería legítimo por las repetidas exposiciones, y también, incrementan la disposición del individuo a actuar tal como ha visto.
Pero el sentido común, sin ser científico, también nos advierte de sus peligros. Además, lo vemos y lo escuchamos en tantas charlas, talleres, artículos que se nos brindan. La pregunta es: ¿por qué hay niños adictos a la pornografía? ¿Por qué su número va en aumento día a día?
Una de las respuestas es que hay ojos que no quieren ver… son los de algunos padres que les dan a sus hijos instrumentos que, sin control alguno, difunden las imágenes que luego, como una jarra a la que se le echa tierra, ensuciarán la mente del niño o de la niña. Y las consecuencias son muy serias, como lo manifiesta el estudio de Cline.
El niño verá a los demás como cosas, porque: ¿cómo puede un ser humano amar a alguien que ha perdido para él su valor, y que sólo puede transmitirle placer? La solidaridad, el respeto, la renuncia al egoísmo para entregarse a los demás, serán para él –o ella- palabras que estorban a sus fines.
Ojos que no quieren ver,… almas que lo captan todo. Ojalá que podamos llegar, con esta pequeña aportación, a los padres que, ingenuamente, piensan que sus hijos no caerán en esta adicción.
Saludos,
Departamento de Familia