Nació Jesús, el Hijo de Dios, que no vino para que lo sirvan sino a servir, y a dar su vida en rescate por muchos. Hoy es Navidad, y en nuestros corazones palpita el deseo de llevar la felicidad a muchas partes.
De hecho, durante la Nochebuena, que se prolonga durante este día en el que festejamos el Nacimiento de Cristo, hemos llevado alegría a nuestros seres queridos, y a quienes no han tenido la oportunidad de contar con medios que les permitan disfrutar de esta gran fiesta.
Jesús, durante su paso por esta tierra, ayudó a tanta gente: curó a paralíticos, leprosos, ciegos; resucitó muertos de cuerpo y de alma. Fue amigo de justos y de pecadores, a quienes, después de perdonarles sus faltas, les decía que se vayan en paz y no pequen más.
Nosotros no podemos hacer los milagros portentosos que realizaba el Señor. Pero sí está en nuestras manos ayudar a quienes no poseen nada: alimentar al hambriento, enseñar al ignorante, acompañar a quien está solo y desamparado, brindar esperanza a los tristes y afligidos,… acercar a Dios a quienes están alejados de Él.
Que esta Navidad se caracterice por sembrar en nuestro espíritu la disposición de servir a nuestro prójimo, principalmente a quien está más cerca de nosotros, y luego, sin dejar olvidados, a los demás.
Saludos,
Departamento de Familia