Y llegó el 2 de octubre de 1928. Yo hacía unos días de retiro, porque había que hacerlos, y fue entonces cuando vino al mundo el Opus Dei. Aún resuenan en mis oídos las campanas de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, festejando a su Patrona. El Señor “ludens…omni tempore, ludens in orbe terrarum” (Prov 8, 30‑31), que juega con nosotros como un padre con sus niños pequeños, aunque ya no seamos criaturas de poca edad, viendo mi resistencia y aquel trabajo entusiasta y débil a la vez, me dio la aparente humildad de pensar que podría haber en el mundo cosas que no se diferenciaran de lo que El me pedía. Era una cobardía poco razonable; era la cobardía de la comodidad, y la prueba de que a mí no me interesaba ser fundador de nada…
14 de febrero de 1930: Junto a la fecha del 2 de octubre de 1928, San Josemaría siempre añadió la del 14 de febrero de 1930 como fecha fundacional. Fue el momento en el que Dios le dejó claro que las mujeres también deberían formar parte del Opus Dei. Anotación del Fundador del Opus Dei en sus Apuntes íntimos, n. 1871 (14‑VI‑1948).
El 14 de febrero de 1930, celebraba yo la misa en la capillita de la vieja marquesa de Onteiro, madre de Luz Casanova, a la que yo atendía espiritualmente, mientras era Capellán del Patronato. Dentro de la Misa, inmediatamente después de la Comunión, ¡toda la Obra femenina! No puedo decir que vi, pero sí que intelectualmente, con detalle (después yo añadí otras cosas, al desarrollar la visión intelectual), cogí lo que había de ser la Sección femenina del Opus Dei. Di gracias, y a su tiempo me fui al confesonario del P. Sánchez. Me oyó y me dijo: esto es tan de Dios como lo demás. Anotación del Fundador del Opus Dei en sus Apuntes íntimos, n. 1872 (14‑VI‑1948).
Anoté, en mis Catalinas, el suceso y la fecha: 14 feb. 1930. Después me olvidé de la fecha, y dejé pasar el tiempo, sin que nunca más se me ocurriera pensar con mi falsa humildad (espíritu de comodidad, era: miedo a la lucha) en ser soldadito de filas: era preciso fundar, sin duda alguna.
La “Obra de Dios” (1930): Sobre el origen del nombre “Opus Dei”, contamos con varias reflexiones del mismo Josemaría Escrivá. El P. Sánchez, que está presente en alguno de los siguientes textos como la persona que ayudó al Fundador a “descubrir” el nombre “Opus Dei”, que ya aparecía en sus escritos, es el jesuita Valentín Sánchez Ruiz, su confesor desde 1930. Anotación del Fundador del Opus Dei en sus Apuntes íntimos, n. 126 (9‑X11‑1930).
La Obra de Dios: hoy me preguntaba yo, ¿por qué la llamamos así? Y voy a contestarme por escrito (…). Y el P. Sánchez, en su conversación, refiriéndose a la familia nonnata de la Obra, la llamó “la Obra de Dios”. Entonces ‑y sólo entonces- me di cuenta de que, en las cuartillas nombradas, se la denominaba así. Y ese nombre (¡¡La Obra de Dios!!), que parece un atrevimiento, una audacia, casi una inconveniencia, quiso el Señor que se escribiera la primera vez, sin que yo supiera lo que escribía; y quiso el Señor ponerlo en labios del buen padre Sánchez, para que no cupiera duda de que Él manda que su Obra se nombre así: La Obra de Dios.
Anotación del Fundador del Opus Dei en sus Apuntes íntimos, n. 1867 (14‑VI‑1948)
Yo no puse a la Obra ningún nombre. Hubiera deseado, de ser posible ‑no lo era‑, que no hubiera tenido nombre, ni personalidad jurídica (…). Mientras, llamábamos a nuestra labor sencillamente así: “La Obra”.
Anotación del Fundador del Opus Dei en sus Apuntes íntimos, n. 1868 (14‑VI‑1948)
Pero volvamos al nombre de nuestra Obra. Un día fui a charlar con el P. Sánchez, en un locutorio de la residencia de la Flor. Le hablé de mis cosas personales (sólo le hablaba de la Obra en cuanto tenía relación con mi alma), y el buen padre Sánchez al final me preguntó: “¿cómo va esa Obra de Dios?” Ya en la calle, comencé a pensar: “Obra de Dios. ¡Opus Dei! Opus, operatio…, trabajo de Dios. ¡Éste es el nombre que buscaba!” Y en lo sucesivo se llamó siempre Opus Dei.
Saludos,
Departamento de Familia