Cuántas cosas buenas hemos compartido en esta pandemia, con nuestra familia. Si miramos atrás, podemos escribir una larga lista de eventos realizados con nuestro cónyuge y con nuestros hijos. Conversar, aconsejar, jugar, reírnos, darnos aliento ante la ansiedad provocada por el coronavirus, y otras actividades más.
Entre ellas, rezar no ha quedado atrás. Incluso habremos logrado que se rece en familia; algo que no hubiéramos conseguido, si no estuviéramos confinados.
Preguntémonos ahora: Y por los demás, ¿qué hemos hecho? ¿Qué hemos hecho por aquellas personas que sufren la inestabilidad en su trabajo, que incluso las ha llevado a perderlo? ¿Qué hemos hecho por nuestros colaboradores, que antes nos ayudaban en nuestras casas y que, por motivos económicos, ya no están con nosotros?
Si tenemos la posibilidad de ayudar económicamente, o con alimentos y medicamentos a los más necesitados, tratemos de hacerlo. Si lo que necesitan nuestros conocidos o amigos son palabras que los motiven y los ayuden a salir de la depresión o angustia causadas por la cuarentena, tendámosles la mano. También podemos brindar consuelo a quienes han perdido a sus seres queridos. En fin, la lista es larga, y depende de nosotros lo que podamos hacer.
Encomendémonos como siempre a la Madre de Dios y Madre nuestra, que nos ayuda constantemente, aunque no lo comprobemos a simple vista. Ella está rogando permanentemente al Señor, para que nos ayude a superar nuestras dificultades, y a compartir con los demás. Ella, no nos abandonará.
Saludos,
Departamento de Familia