Pa-pá. Dos sílabas que pronuncia el bebé, cuando han pasado algunos meses de su llegada al mundo. Hay quienes dicen “papá”, antes que “mamá”, y lógicamente, el padre saca pecho, y una inmensa alegría llena su corazón.
El niño, de pequeño, quiere ser como su papá, en todo. Si pudiera rasurarse, lo haría. Y a medida que va creciendo, se parece a él en su caminar, en su voz, en sus gestos, en su risa, e incluso, en las actitudes que tiene en el hogar.
Cuánto ejemplo debemos dar los papás, y hoy es un gran día para que meditemos esto. Sobre todo, pensemos bien si hablamos con nuestros hijos; si los sacamos a pasear; si jugamos con ellos; si nos divertimos con aquellos seres a quienes hemos dado la vida.
El papá siempre será papá. Tiene que preocuparse por ver a sus hijos, aunque por alguna circunstancia no pueda vivir en la misma casa. Ahora, que hay tantos medios para comunicarnos, no hay excusa para no enterarnos del día a día de ellos.
“Los padres tienen derechos y responsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en los valores morales, especialmente en la difícil edad de la adolescencia.
Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo -anticipándonos a las tentaciones a las que están continuamente expuestos-, en el camino que lleva a la auténtica felicidad”. (San Juan Pablo II).
¡¡Feliz día, papás!!.
Saludos,
Departamento de Familia