Madres, esposas, hijas, hermanas…, son las mujeres que el Señor nos ha puesto en el camino, como una gran bendición en nuestras vidas. Dios quiso adornar, con la más linda flor, el Jardín del Edén.
Cuando estamos en su vientre, sentimos un calor especial, que no lo podemos expresar. Como esposa, debemos colocarla siempre, en ese cofre especial que el Señor nos ha puesto, en el mejor lugar de nuestro corazón. Se desborda nuestro espíritu, cuando llega una hija al mundo; y nuestra hermana nos recuerda, esos lindos momentos que disfrutamos en casa.
Alegres, agradables, cariñosas, emprendedoras, laboriosas, recias, detallistas, y serenas para ayudarnos, cuando las adversidades nos hacen perder el ánimo.
Con una mujer a nuestro lado, nos atrevemos a construir las más grandes empresas, y cuando son bien marianas, logran que el amor por la Virgen, rebose nuestro corazón.
La mujer fue creada por Dios, como corona de toda la creación. La creación estaría incompleta, sin la mujer. Al mundo sin la mujer, le faltaría la belleza, la delicadeza, la gracia… Le faltaría todo lo que sólo el alma femenina puede dar. De manera especial, Dios ha hecho de su vientre…, un santuario de vida.
Saludos,
Departamento de Familia