El libro “Santo Rosario”

En diciembre de 1931, en el marco de la novena a la Inmaculada Concepción, San Josemaría escribió “de un tirón” Santo Rosario, un pequeño libro en el que anotó una serie de consideraciones sobre los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos.

La breve obra -llamada “folletico” por san Josemaría quien la escribió después de celebrar la Misa en la iglesia madrileña del Patronato de Santa Isabel, de la que entonces era capellán- se publicó por primera vez en Madrid en 1934, después de su circulación en forma de copias a principios de 1932. El confesor de San Josemaría en aquella época, el P. Sánchez Ruiz, leyó Santo Rosario antes de la circulación de las copias. San Josemaría solía consultarlo para pedirle dictamen sobre sus escritos.

“He de contar a esos hombres un secreto -se lee en la Introducción- que puede muy bien ser el comienzo de ese camino por donde Cristo quiere que anden. Amigo mío: si tienes deseos de ser grande, hazte pequeño. Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños…, rezar como rezan los niños. Y todo esto junto es preciso para llevar a la práctica lo que voy a descubrirte en estas líneas: el principio del camino que tiene por final la completa locura por Jesús, es un confiado amor hacia María Santísima”.

A lo largo de su vida, San Josemaría fue devoto de esta oración mariana. Para él, la continua repetición del Avemaría era de gran valor, pero también pensaba que la mente podía adentrarse en la contemplación de los misterios. La contemplación precisamente da contenido a la repetición del Avemaría.

El texto de Santo Rosario busca ayudar a que el lector logre contemplar, con la repetición “monótona” del Avemaría, la vida de Cristo y de la Virgen María. La contemplación de los misterios significa asistir, introducirse y vivir las distintas escenas que nos presenta el Evangelio.

El mismo San Josemaría escribió sobre la contemplación de los misterios del Rosario, lo siguiente: “Hazte pequeño. Ven conmigo y -éste es el nervio de mi confidencia- viviremos la vida de Jesús, María y José. Cada día les prestaremos un nuevo servicio. Oiremos sus pláticas de familia. Veremos crecer al Mesías. Admiraremos sus treinta años de oscuridad… Asistiremos a su Pasión y Muerte. Nos pasmaremos ante la gloria de su Resurrección… En una palabra: contemplaremos, locos de Amor (no hay más amor que el Amor), todos y cada uno de los instantes de Cristo Jesús”.

Actualmente, Santo Rosario se ha traducido a más de veinte idiomas, y ha vendido más de 700 mil ejemplares en todo el mundo.

Estas páginas, de gran calidad literaria, desvelan la intimidad espiritual de san Josemaría, y concluyen con esta recomendación amigable, escrita en un tono cálido y cordial:

“Amigo mío: te descubrí un punto de mi secreto. A ti, con la ayuda de Dios, te toca descubrir el resto. Anímate. Sé fiel. Hazte pequeño. El Señor se esconde a los soberbios y manifiesta los tesoros de su gracia a los humildes. No temas si, al discurrir por tu cuenta, se te escapan afectos y palabras audaces y pueriles. Jesús lo quiere. María te anima. Si rezas el Rosario así, aprenderás a hacer oración buena”.

San Juan Pablo II, al referirse a esta pequeña obra del fundador del Opus Dei, dijo: “Santo Rosario, un hermoso opúsculo de San Josemaría, que se inspira en la infancia espiritual, disposición del alma propia de quienes quieren llegar a un abandono total en la voluntad divina”.

Saludos,

Departamento de Familia