Ser felices…, con lo que tenemos. Miremos a nuestro lado. Están: nuestra familia; nuestros bienes materiales; nuestra salud y la de nuestros seres queridos…; está el aire que respiramos.
Sí, es cierto que estamos en una ciudad insegura, y que todo nos puede pasar. Pero recemos intensamente, para que no tengamos que lamentarnos por ninguna desgracia. La verdad es…, que se reza muy poco.
No encomendamos a nuestros hijos que viven fuera del país, o cuando van a salir a la calle, o cuando ya regresan a la casa. No les damos la bendición. No nos encomendamos nosotros mismos. No tenemos siempre presencia de Dios, considerando frecuentemente nuestra filiación divina. Nuestro Ángel de la Guarda…, está de vacaciones, porque no le pedimos que esté a nuestro lado, y al lado de nuestra familia.
En un mundo tan convulsionado, hay que rezar. La gente vive sin Dios ni ley; atesorando cada vez más: la casa más grande; los autos más caros…; el poder; y nos olvidamos de hacer un tour, por el lugar donde vivimos. Nos olvidamos de que esa casa, quizá no tan grande pero acogedora, guarda en sus paredes risas y alegrías acumuladas.
Agradezca al Señor por lo que tiene. No ambicione más, porque usted no sabe si estará vivo el día de mañana. Por sólo existir…, dé gracias.
Seamos felices…, con lo que tenemos.
Saludos,
Departamento de Familia