Dios me adelantó un pedacito de ese cielo, que nos tiene preparado para todos, a través de la familia Torremar. Junto a mi esposa y mis hijos, vivimos la experiencia de amistad, más grande, hermosa y gratificante, que hubiéramos imaginado.
Hoy es momento de agradecer. En mi familia queda el amor recibido en cada llamada, cada mensaje, cada visita. Cuando el timbre sonaba y era el corazón de muchos de ustedes convertido en pañales, medicinas, comida y todo lo que fuera necesario. Y lo más importante, tantas oraciones que llenaron mi casa de paz.
La fraternidad de la familia Torremar sostiene, anima, impulsa, consuela. Es un lazo indestructible.
Llegó el día… el día de agradecer, el día de sonreír, el día tan esperado: Abrazar a mi Madre, mirar a Jesús… La vida es un regalo, que cada minuto de nuestra existencia sea para amar. ¡Hasta pronto!
Saludos,
Departamento de Familia