Con frecuencia nos inquietamos y angustiamos tratando de resolver todo por nosotros mismos, y olvidamos que bajo la mirada de Dios y dejando que Él actúe, todo sería mucho más tranquilo. Pero, para que la gracia de Dios opere en nosotros, es importante que nos esforcemos por adquirir y conservar la paz interior, la paz de nuestro corazón.
Lorenzo Scuopoli, uno de los grandes maestros espirituales del siglo XVI, muy apreciado por San Francisco de Sales, nos dice: «El demonio pone en juego todo su esfuerzo para arrancar la paz de nuestro corazón, porque sabe que Dios mora en la paz, y en la paz realiza cosas grandes».
No podemos vivir en una paz profunda y duradera si estamos lejos de Dios. Necesitamos estar siempre dispuestos a amarlo, con todo nuestro corazón y sobre todas las cosas, poniendo en primer lugar su voluntad a la nuestra. En ocasiones, nuestra fragilidad, las preocupaciones, el temor a fallar, la falta de confianza en la Providencia de Dios, el miedo al sufrimiento nos aleja de este gran deseo, pero con nuestro esfuerzo podemos volver a buscar y renovar ese sí fiel y generoso a la voluntad de Dios.
Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? El verdadero combate está en mantener nuestro corazón sereno, abierto a la gracia. No huyamos a sus llamadas ni temamos a sus exigencias, que Dios no permite nada que no podamos resistir, pues con su amor y su gracia, nos basta.
Saludos,
Departamento de Familia