“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”. Esta frase de Antoine de Saint-Exúpery se ajusta al amor por la navegación que Ernesto Sarrazín Moreira ha inculcado en sus hijos Ernesto y Rafael Sarrazín Gallardo, estudiantes de Torremar, de 12 y 6 años, respectivamente.
Ellos, se van consolidando de a poco como las nuevas figuras de las competencias de Optimist a nivel nacional, actividad que es promovida por su padre, quien ha hecho de esta disciplina el instrumento para inculcar en sus hijos valores como la disciplina, la responsabilidad y la constancia.
“Estar solos en el mar tomando decisiones, empujados por el viento y sin un motor, les enseña a ser responsables, a valorar el esfuerzo que realizan. Esta actividad también une a la familia, ya que siempre viajamos juntos para estar en sus entrenamientos o competencias”, agrega Ernesto padre, quien además de sus dos hijos, también ha inyectado en su hija Valerie (de 8 años) su pasión por la navegación.
Navegar demanda mucho esfuerzo. Para entrenar y competir se deben sacrificar los fines de semana, ausentarse de clases y luego ponerse al día con los deberes. Esto, es asumido como un reto por los hermanos Sarrazín, ya que se han fijado la meta de ser campeones del mundo en un futuro cercano.
Ernesto ha participado en el Torneo Sudamericano y el Mundial de Optimist. Se ha ubicado entre los 50 mejores navegantes de la región. En su última competencia, desarrollada en Manta, obtuvo el primer lugar en su categoría. En tanto, luego de meses de intensa preparación, Rafael acaba de cumplir su primera participación también en el puerto manabita, donde obtuvo el segundo lugar en cachorros.
Nuestras sinceras felicitaciones para esta familia de grandes navegantes.