A nuestra edad, es fácil subestimar nuestras capacidades; el ambiente que nos rodea nos puede llevar a pensar que los jóvenes solo debemos dedicarnos a estudiar y que lo que hacemos no puede marcar un verdadero cambio en la sociedad. Tenemos esa falsa creencia que lo que sucede a nuestro alrededor está lejos del alcance de nuestras manos. Esta es una actitud bastante perjudicial para nuestro desarrollo como ciudadanos, debido a que somos nosotros quienes eventualmente tendremos que generar el cambio. Esta generación debe dejar a un lado la creciente cultura de conformismo y consumismo, y adoptar la actitud de todo joven: alguien que siempre se ha caracterizado por la inconformidad, el cuestionamiento y la búsqueda de una sociedad mejor.
¿Dónde entra la acción social en todo esto? La acción social, básicamente definida, es aquella que afecta la conducta de otros. Si bien puede reducirse a pequeños ejemplos, me enfocaré en la acción social dedicada a satisfacer las necesidades básicas que una parte de la población no puede satisfacer por su propia cuenta, como la educación, la alimentación, etc.
Para desarrollarse, una sociedad debe ser solidaria. Una sociedad solidaria es aquella en la que los ciudadanos están preocupados por garantizar la satisfacción de las necesidades básicas. Sin embargo, creemos que vivimos en ese tipo de sociedad, pero lo que vemos nos demuestra que en realidad hay hambre, pobreza y desigualdad, es decir, todo lo contrario.
En nuestra cultura, el entretenimiento prevalece de forma constante. A veces podemos vivir en un total aislamiento de los problemas de nuestra sociedad y entorno. Sin embargo, si queremos ser una generación que afecte positivamente al mundo, el tiempo de hacerlo ha llegado.
Por Esteban Alarcón
2do de Bachillerato
Club de Periodismo y Debate