Cuando el centro de nuestra atención son nuestros problemas, nuestros sueños, nuestras necesidades, podemos causar mucho sufrimiento. Pero, este panorama cambia cuando aparece un “tú” que nos obliga a salir, que nos invita a compartir, a ayudar, a pensar en el otro. Estamos rodeados de muchas personas que necesitan nuestra mirada, que nos piden más atención, que nos reclaman tiempo, que quieren compartir con nosotros su vida, lo que piensan, lo que anhelan.
El trabajo, el descanso, las distracciones, son importantes y necesarias. Pero deben estar integradas a nuestra misión de ser padres y esposos. Nuestra mirada debe estar puesta, ahí, en nuestra familia.
El hogar es para nuestros hijos su seguridad, es donde aprenden a convivir, a respetar, a amar. El tiempo en familia es una verdadera inversión. Es ahí donde debemos entregar nuestro tiempo y nuestras fuerzas. No seamos indiferentes a su llamado.
Es hoy el momento de compartir, de mirarnos a los ojos, de expresar libremente lo que pensamos y sentimos. De decirnos unos a otros cuánto nos amamos, de demostrarlo con pequeños o grandes actos de amor.
Que nuestro hogar sea un lugar al que queremos siempre volver. Que nuestros hijos vivan experiencias que puedan ser la base para sus futuras familias. Que sepan lo importante que son para nosotros. Rezar juntos, ayudarse, consolarse, eso es una familia.
Saludos,
Departamento de Familia