Sin desanimarnos

Son muchos nuestros defectos y luchamos día tras día por cambiarlos, pero cuando parece que hemos ganado la batalla, vuelven, y nos desanimamos: esa es nuestra cruz.  Pero es ahí, en la oscuridad de los defectos y el cansancio de la lucha, donde encontramos esa luz cargada de amor y misericordia, es ahí donde Dios aparece, toca la puerta, busca nuestra mirada.  Él siempre está dispuesto a tomar lo que hay en nuestro corazón y transformarlo.

El amor de Dios es más grande que nuestros defectos, entonces, ¿por qué nos desanimamos? No solo nos ama, así como somos, sino que cuenta con nosotros, quiere hacer cosas grandes en nuestras vidas, quiere involucrarnos en sus planes de amor.

Nuestros límites y miserias dieron lugar a la más grande entrega de amor: Jesús en la cruz. Él se juega todo por nosotros. Es imposible dudar de su amor. La santidad no la alcanzaremos cuando nuestras debilidades desaparezcan, sino cuando perseveremos en la lucha sin desanimarnos.

Abandonémonos en Jesucristo con todas nuestras miserias, porque cuando reconocemos nuestra debilidad, Dios nos hace fuertes.

Saludos,

Departamento de Familia