Querer ser siempre los primeros puede parecer algo emocionante y muy gratificante. Ser aplaudido, reconocido, ocupar los mejores lugares, para muchos, significará haber encontrado la felicidad. Pero, enfocarnos solo en nosotros mismos y olvidarnos de los demás, nos aleja cada vez más de ella.
Jesús nos enseña que primero debemos perder para ganar. Perder nuestra vida por otros, cansarnos por otros, entregar todo por otros, eso es verdaderamente vida, allí está nuestra grandeza, ¿Quieres ser el primero? Ama más, perdona más, ayuda más, comparte más, sirve más. Esta es la ley del amor, del amor que es Dios, y también del amor humano que tiene su fuente en ese Amor entregado en la Cruz y que se renueva una y mil veces en el altar para nuestra felicidad.
Luchemos por ser primeros en el servicio, pues el que sirve a los demás siempre ocupará el primer lugar, porque en el amor y en la entrega está el verdadero poder. Impactemos en los demás con nuestra entrega generosa; de tal manera, que puedan descubrir aquí en la tierra, un adelanto de ese Cielo que Dios nos tiene prometido.
Ser el primero a la luz del Evangelio no es fácil, pero sí posible. Venzamos el egoísmo, no tengamos miedo a quedarnos sin nada, porque Dios lo llena todo. Servir es poner en acción el amor. No nos quedemos dormidos, que el tiempo es corto para amar.