Artículos

Cuando Dios deja de ser solo una idea…

La fe cristiana no consiste solo en creer que Dios existe, ni en cumplir una serie de mandamientos o repetir costumbres como ir a Misa y rezar lo que toca.  Desde pequeños nos han hablado de Dios, nos han contado su historia: su nacimiento, sus milagros, sus enseñanzas, su muerte y resurrección. Hemos aprendido cosas sobre Él, pero saber de Dios no es lo mismo que conocerlo.

Cuando lo que sabemos de Dios se queda solo en nuestra mente, como si fuera una teoría más, no influye realmente en nuestras vidas: ni en nuestras emociones, ni en nuestras decisiones, ni en nuestra forma de reaccionar. Podemos saber mucho y, sin embargo, vivir distantes, tratándolo como a un Dios lejano, sin presencia real en nuestra vida. La fe verdadera consiste en conocerlo, amarlo y vivir con él.

Cuando Dios entra al corazón, entonces nuestra vida cambia. Ya no es solo una idea o un conocimiento teórico, sino que forma parte de nuestra historia. Sentimos que no estamos solos, que nos acompaña, nos guía, nos escucha.  No solo lo conocemos, sino que comenzamos a amarlo, a confiar en su providencia, a buscar agradarle.

 “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” (Mateo 16,15), les preguntó Jesús a sus apóstoles: a ellos, que habían caminado junto a Él, que lo escucharon y se llenaron de sus enseñanzas. Así también nos invita a nosotros a responder desde el corazón: ¿Quién soy yo para ti?

Dios nos cuestiona sobre nuestra fe hoy. Desea que lo amemos con todas nuestras fuerzas. Busquémoslo, Dios está listo para dejarse encontrar: en esa crisis que estamos atravesando, en nuestro esfuerzo cotidiano por mantenernos en oración, en el silencio donde su Espíritu susurra, en todos los acontecimientos del día.

Cuando Dios deja de ser solo una idea y entra al corazón, empezamos realmente a vivir, y todo en nuestra vida adquiere un nuevo sentido.

Departamento de Familia