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Me conocen y escuchan mi voz

“Mis ovejas oyen mi voz, dice el Señor; yo las conozco, y me siguen”.

Conocer su voz significa reconocerlo, en medio de tantas voces, como Aquel que guía nuestra vida. Su voz nos conduce al bien, a la paz y al amor verdadero. Necesitamos aprender a distinguir lo que viene de Dios y no dejarnos confundir con las voces del mundo.

El tiempo que invertimos en las pantallas o en redes sociales apaga su voz entre tantas distracciones. Cuando estamos cargados de preocupaciones, culpas o miedos, nos llenamos de ruido interior que nos impide escuchar con claridad. La prisa, se ha vuelto nuestro modo de vivir, robándonos esos pequeños momentos donde Jesús se manifiesta.

Preguntémonos: ¿Cuándo fue la última vez que nos acercamos arrepentidos a buscar el perdón de Dios? El pecado endurece el corazón y nos aleja de Él, haciéndonos perder la sensibilidad para distinguir el bien del mal. La falta de oración debilita nuestra relación con Dios y con los demás, y poco a poco su voz se va apagando.

Escuchar la voz del Buen Pastor requiere silencio, humildad y apertura del corazón. La escuchamos en la oración, en su Palabra, en la Eucaristía y la Confesión, en la corrección sincera, en nuestra conciencia, cuando deseamos hacer el bien.

Nada de lo que hoy nos distrae es más fuerte que su amor; sin embargo, sí puede alejarnos de Él si no aprendemos a reconocerlo, a escucharlo y a darle tiempo.