A decir te quiero… se aprende en casa

La amabilidad, las palabras cariñosas, el buen trato, se imitan.  Cuando vivimos en un ambiente de respeto enseñamos a nuestros hijos a convivir y amar a los demás. Ésta es la principal tarea de los padres, educar el corazón y la voluntad de sus hijos.

Esta tarea comienza desde que nos preocupamos por educar nuestro corazón.  Para ser ejemplo de imitar, primero tenemos que luchar, salir al frente de la batalla y perseverar.  Aunque nos encontremos en una edad avanzada, no dejamos de aprender. No dejamos de enseñar.

Ver a los hijos crecer, es realmente un regalo.  Y más hermoso aún, es verlos convertidos en hombre y mujeres de bien.  Nuestra misión no termina nunca.   No hay descanso.  Pero es la más linda de las aventuras que podríamos vivir, si lo hacemos con el corazón.

Seguro, nos habremos equivocado muchas veces, es muy probable que, si tuviéramos la oportunidad de retroceder el tiempo, muchas cosas las haríamos diferentes.  Pero, lo que marca y deja huella es el amor que ponemos cada instante, la seguridad que da ir de la mano de Dios, la humildad que nos lleva a perdonar y ser perdonado, la sabiduría de saber escuchar a las personas apropiadas… en fin, son un sinnúmero de acciones que van convirtiendo a nuestra casa en un verdadero hogar.

El ambiente de nuestro hogar, depende de nosotros.  Es el lugar donde nacemos y en donde quisiéramos pasar el último día de nuestra vida.

Saludos,

Departamento de Familia