A su imagen y semejanza

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Con un cuerpo humano, y un alma humana. Así lo quiso el Señor, desde el comienzo de la creación.

Todos tenemos la experiencia de haber visto a nuestros hijos nacer. Algunos fuimos testigos por estar dentro del quirófano; otros vieron este gran momento, por filmación. Y antes de que vinieran al mundo, las imágenes de la ecosonografía hicieron que nuestros corazones palpiten por la emoción de conocer si sería una niña o un niño, y los vimos crecer, mes a mes, dentro del útero de su mamá.

Seres humanos que vienen al mundo, y que deben ser respetados desde que están en el vientre materno. Y deberíamos enseñar a nuestras hijas e hijos, a proteger esta vida sagrada. Hay tantos videos y literatura en internet, que nos enseñan sobre el comienzo, desarrollo y nacimiento de un bebé.

Hoy, nadie puede decir, que lo que está gestándose dentro del útero de una mujer no es un ser humano. No son criterios filosóficos o teológicos los que determinan que existe un ser humano desde el mismo momento de la concepción o fecundación. Son pruebas científicas demostrables, sin necesidad de tener una mente brillante para comprenderlas.

Sólo el corazón duro, cerrado, de personas equivocadas, puede negar esta verdad irrefutable. Pensamos que, con tan grandes descubrimientos científicos, debemos convertirnos en defensores de los seres humanos que, estando dentro del útero de su madre, no tienen voz. Debemos apoyar y ayudar a las mujeres que necesitan que les den la mano, ante un embarazo inesperado. Sean chicas o mayores.

Hace falta la creación de más casas de la vida. Quienes tengan recursos económicos, deberían pensar en realizar estas obras, que seguramente, serán recompensadas en el Cielo, pues quien salva a un ser humano de la muerte, está salvando a toda la humanidad.

He aquí una gran labor para realizarla en este 2020; salvar seres humanos que están en peligro de morir, porque sus madres desconocen lo que es quitarle la vida a su propio hijo. Ayudemos, apoyemos, acompañemos. Recordemos que “corregir al que está en el error”, es una Obra de Misericordia Espiritual.

Saludos,

Departamento de Familia