De manifestarle frases que regocijen y lleguen al corazón de su cónyuge.
De no olvidarse de sus padres, que ya ancianos, se contentan con tan solo oír su voz.
De conversar, compartir y dedicarle tiempo a sus hijos.
De acercarse más a Dios, con una plegaria que salga de su corazón, contrito y agradecido.
De trabajar con más entusiasmo, dejando a un lado la pereza y la negligencia.
De estudiar con más empeño, sabiendo que su dedicación producirá abundantes frutos.
De leer buenos libros y cultivar su espíritu, para transmitir buenos criterios a los demás.
De practicar las Obras de Misericordia, seguros de que es a Jesús a quien ayuda.
De intervenir en los conflictos que afectan a la sociedad, siendo luz y sal de la tierra.
De no dañar el corazón de los demás, alimentándolo con odios y rencores.
De hablar bien del prójimo, ensalzando sus triunfos y sus éxitos personales.
De perdonar a quien lo ha ofendido, y de pedir perdón a quienes ha humillado.
De reconocer a quienes hayan logrado, muchas contribuciones a la sociedad.
De prepararse para el gran instante,… cuando el Señor lo llame a su lado.
Saludos,
Departamento de Familia