Ame a su esposa; ame a su esposo; ame a sus hijos…, a sus padres. A quienes vivan en su hogar. Que sus amigos y familiares sientan que de verdad los quiere.

Con palabras, pero sobre todo con obras. Con su actitud. Con un tono de voz amable. Con una llamada de teléfono, que signifique: “no te olvido”. Con un mensaje, largo o pequeño.

Se puede amar mucho, con una oración al Señor, en la que pidamos para que vuelvan a trabajar aquellas personas, que por esta pandemia, ya no están laborando, y les cuesta encontrar un empleo.

Todo vale para demostrar amor. Sólo hay que poner en práctica esta virtud, que permanecerá eternamente, cuando estemos en el Cielo.

San Pablo lo expresa: “El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta, ni se infla. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés; no se deja llevar por la ira, y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo, y lo soporta todo”.

Que no pase un día…, sin amar.

Saludos,

Departamento de Familia