Realmente la misericordia de Dios no tiene límites. Él nos busca incansablemente, sale a nuestro encuentro y, a través de su Espíritu, despierta en nosotros el deseo de ser perdonados y reparar nuestras faltas, incluso aquellas de las que no somos plenamente conscientes. Nos llama a dejarnos amar libremente por Él.
Este nuevo año viene cargado de oportunidades y abundantes gracias. Sin embargo, es posible que algunos no lleguen a conocerlo y, otros, pierdan en el camino el deseo de aprovecharlas. Pero muchos, como nosotros, estaremos agradecidos y abiertos a recibirlas.
No guardemos esta noticia solo para nosotros. Seamos los primeros en acudir al sacramento de la Reconciliación y a la Santa Misa. No dejemos de rezar por las intenciones del Santo Padre y llevemos a nuestros seres queridos con nosotros: a nuestros hijos, padres y amigos. Vivamos juntos el don de la misericordia de Dios.
Adjuntamos un artículo con los detalles de este gran regalo que la Iglesia nos ofrece. Aprovechemos este año jubilar con más fe, esperanza y amor. ¡El amor de Dios está entre nosotros!
Departamento de Familia