En nuestra sociedad, el emprendimiento es constantemente promovido. Pese a esto, considero que aún no está claro su significado ni su importancia. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define emprendimiento como “la acción y efecto de emprender (acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro)”. En tanto, muchos lo relacionan con tener dinero, pero las estadísticas demuestran que este no siempre es el caso, pues -de acuerdo a informes- casi la mitad de los emprendimientos en Ecuador no se consolidan y los pocos que logran “sobrevivir” díficilmente generan una gran cantidad de fuentes de empleo y utilidades.
En nuestro país, hay varios factores que impiden avanzar en este campo. Según el Monitor de Emprendimiento Global (GEM, por sus siglas en inglés), Ecuador es un país con altos niveles de emprendimiento, pero muy bajos niveles de innovación, es decir, no hay ideas nuevas. Una de las quejas de los emprendedores, es que las leyes “no los favorecen”, pero sostengo que una ley esté presente o no, no cambia el hecho de que no se busque innovar, se debe afrontar las adversidades y no incurrir en excusas que lo único que nos impide es aportar ese cambio que tanto exigimos para el mundo. La institución antes mencionada, también afirma que un 31% de los que no emprenden en nuestro país, lo hacen por miedo a fallar. Considero que es necesario eliminar este temor y adoptar en nuestra consigna de vida los ejemplos de quienes decidieron salir adelante y triunfar.
El emprendimiento es importante pues tiene la capacidad de cambiar positivamente el mundo, satisfacer las necesidades, brindar nuevas opciones de servicios y productos. Para el emprendedor, es la posibilidad de encontrar independencia laboral y ecónomica, realizar una actividad que se práctica con pasión. Los invito a liberar el espíritu emprendendor que todos llevamos dentro. Saquemos adelante al país.
Rafael Jarrín
3ro de Bachillerato
Club de Periodismo y Debate