El fenómeno El Niño es un problema del que muchos hablan y especulan sin conocer su verdadero alcance. Más allá que las últimas ocasiones en que se presentó esta anomalía climática, sus afectaciones no fueron tan graves, es importante analizarla siempre con la perspectiva de una eventual catástrofe (como la que se predice para este 2015 y 2016), que no solo afectará el periodo de clases, sino que traerá impactos negativos en todos los ámbitos.
Como ocurre generalmente, uno de los primeros y más afectados será el sector agrícola. Las inundaciones afectarían la mayoría de sembríos en el Litoral, con la gravedad que tendrían que pasar varias semanas -desde que culmine el mal temporal- para que la tierra vuelva a tener las características adecuadas para la siembra. Luego estará la industria pesquera, las pérdidas serían tan grandes como las que se registrarían en la agricultura. Existen especies de peces que migran de acuerdo a la temperatura del agua, sobre todo por las corrientes cálidas que caracterizan a este fenómeno. Un ejemplo es el atún (uno de los productos más vendidos de Ecuador), lo que arrojaría un saldo negativo para el sector.
Los ejemplos mencionados son solo dos casos de las múltiples connotaciones socio-económicas que afrontaríamos como Nación. ¿Sabían que El Niño de 1998 causó uno de los impactos más severos que tuvo que afrontar el país? El fenómeno originó declaratorias de alerta roja en Guayas, Manabí y El Oro; dejó 35 millones de dólares de pérdidas en Esmeraldas; otros 113 millones de dólares en daños al sector camaronero de Guayas; más de mil damnificados en esta misma provincia.
Además de los esfuerzos realizados por las autoridades para reducir los efectos de este fenómeno, debemos preguntarnos si tenemos real conciencia sobre su gravedad y cuáles serán las medidas preventivas que adoptaremos como comunidad para apoyar estas previsiones.
Alejandro Cevallos Bigalli
Segundo de Bachillerato
Club de Periodismo y Debate