Artículos

Comunión de Amor

Dios se ha dado a conocer al hombre a través de la historia. Poco a poco, ha ido manifestándose y compartiendo su intimidad. Con la venida de Jesús, se alcanza  la plenitud de esa revelación, mostrándose como un Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El ser humano reacciona de diferentes maneras ante algo que, por su grandeza, no alcanza a comprender: lo admira, lo contempla, lo busca. Pero, hay misterios que son inalcanzables a nuestra razón, —a menos que Dios nos lo quiera revelar— y que necesitan ser acogidos con el corazón. La Santísima Trinidad es uno de ellos, no lo podemos entender, pero sí aceptarlo desde la fe y vivirlo en una actitud de confianza. La Santísima Trinidad es el misterio central de nuestra fe cristiana: amar a un solo Dios en tres personas.

Dios no es un Dios solitario: es familia, es comunión de amor. Y nosotros, al ser creados a imagen de Dios Trino, estamos llamados a vivir en comunión con los demás, a amar y dejarnos amar, a buscar la unidad en nuestra familia, en la Iglesia y en la sociedad.

Nuestro corazón necesita descubrir y adorar a cada una de las personas divinas, y en este camino, la familia tiene un papel muy importante. Oremos juntos: pidamos, agradezcamos, adoremos. Confiemos y digamos: “Padre Dios, pongo este problema en tus manos”. Sigamos el ejemplo de Jesús y pidámosle cuando algo nos cueste: “Jesús, enséñame a perdonar como Tú”. Escuchemos su voz y sigamos su voluntad: “Espíritu Santo, ilumíname para tomar una buena decisión”.

No podemos más que asombrarnos ante este gran misterio. Pidamos a la Santísima Trinidad que habite en nuestras familias, que nos ayude a vivir en comunión, y que nuestros hijos crezcan sabiendo que son amados por un solo Dios: que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Departamento de Familia