El 15 de agosto celebramos la fiesta de la Asunción de la Virgen, una de las conmemoraciones litúrgicas más importantes de la Iglesia. María, Hija del Padre; Madre del Hijo; Esposa del Espíritu Santo, fue llevada por los ángeles al Cielo, para que permanezca para siempre junto a Jesús.
La bienaventurada, la llena de gracia, la más hermosa entre las mujeres, ha sido coronada como Reina de los Cielos y de la tierra. Y no podemos sino alegrarnos profundamente con este gran regalo de Dios. Recurramos siempre a la Santísima Virgen, sobre todo cuando tengamos necesidades materiales y espirituales, y para que aleje todo peligro que nos amenace.
Muchos poetas, a lo largo de la historia, la han colmado de elogios y honores. Terminamos el artículo de hoy, con un fragmento de un poema de Lope de Vega, dedicado a nuestra Madre del Cielo:
… Levantad al cielo el vuelo,
casa hermosa, honrad al suelo;
de Dios lo fuisteis, y Dios,
por no estar en él sin vos,
traslada la casa al cielo.
Suba a que el premio le den,
que tan alta gloria encierra;
suba el breve cielo, en quien
halló Dios casa en la tierra,
adonde cupo tan bien;
suba con justa alegría
que no es bien, pues que María
fue de Dios cielo en el suelo,
que se vuelva en tierra el cielo,
donde en la tierra vivía.
Saludos,
Departamento de Familia