Con las manos juntas

Pero procurando que todos en la casa las tengamos unidas, durante una oración que puede ser breve, o más prolongada, según las circunstancias que nos toque vivir.

Ahora tenemos el tiempo que nos faltaba cuando salíamos de casa diariamente, y el trabajo y las diferentes ocupaciones no permitían que estuviéramos en contacto con Dios; incluso que nos acordáramos de Él durante el día.

El 26 de diciembre de 1957, la vidente de las apariciones de la Virgen de Fátima, Sor Lucía Dos Santos, afirmó en una entrevista que “el Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los últimos tiempos. No hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias, del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario”.

¿Nos hemos acercado a la Virgen, recurriendo a esta oración tan querida por el Señor? ¿Estamos rezando el Rosario en familia? Son pocos minutos, y grandes beneficios los que obtenemos al rezarlo. “Se confiere una indulgencia plenaria -con las condiciones acostumbradas- si el Rosario se reza en una iglesia o un oratorio público o en familia, en una comunidad religiosa o asociación pía; se otorga una indulgencia parcial en otras circunstancias” (Enchiridion de Indulgencias, p. 67).

Con las manos juntas y el corazón dispuesto. En la mañana, tarde o noche. ¿Lo estamos haciendo? Si no lo hemos logrado, nunca es tarde. Comencemos desde hoy.

Saludos,

Departamento de Familia