Santa Teresita del Niño Jesús decía: “La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor”. Para ella, lo esencial era abandonarse en los brazos de Dios con la sencillez y seguridad de un niño. Es fácil decirlo, pero confiar como nos propone esta santa, implica tener claras algunas ideas:
Nuestro corazón anhela confiar, abandonarse, mostrarse tal cual es, sin miedo y sin justificaciones. Reconocer que no somos capaces de alcanzar a Dios por nuestras propias fuerzas y que Él nos ama con todas nuestras miserias es el comienzo para conquistar esa confianza tan anhelada.
La confianza nos permite acoger su amor sin obstáculos. Sin ella, el miedo domina y nos paraliza, impidiéndonos amar plenamente. Confiar nos hace vivir como hijos ante el Padre, libres y seguros en su presencia.
Podemos vivir esa confianza cuando rezamos y creemos más en el corazón de Dios y en sus planes; cuando nos equivocamos y nos dejamos levantar por Él, sabiendo que nunca se cansa de nosotros; cuando nos sentimos débiles y confiamos en que su fuerza se manifestará en nuestra fragilidad.
Ejercitémonos cada día en el verdadero abandono, con pequeñas jaculatorias como: “Señor, lo que quieras, como quieras, cuando quieras”. No posterguemos la confesión: no carguemos con la culpa, vayamos enseguida a Dios con humildad y confianza. Agradezcamos lo pequeño de cada día, pues al hacerlo reconoceremos a Dios como proveedor de todos esos dones.
El amor de Dios no nace de esfuerzos heroicos ni de nuestras perfecciones, sino de la confianza radical en su misericordia. Solo el que se abandona como niño en las manos del Padre puede entrar en la plenitud del amor.
Departamento de Familia