Cuidar… Todo el tiempo lo hacemos. Cuidamos, a veces inconscientemente, cuando nos levantamos al ver que alguien en casa está en peligro; otras veces, tenemos que proponérnoslo, como cuando nuestro hijo está enfermo y lo cuidamos, aunque estemos cansados. Quizá estamos acostumbrados a esto, porque es parte de la rutina del hogar. Pero, de cualquier manera, la acción que nos lleve a buscar el bien del otro, -por más simple que sea-, es cuidar.
La mejor manera de amar es cuidar. Cuidamos lo que reconocemos valioso para nosotros. Pensemos: en este momento, ¿quién es sujeto de nuestro cuidado? O, ¿existe alguien a nuestro alrededor que no estamos cuidando o amando como deberíamos?
Cuidar a los demás llena el alma de gozo y nos hace salir a su encuentro… Es el amor en acción, el amor demostrado con obras. Esos momentos de cuidado a los demás se convierten en el motor de nuestro día a día y crea vínculos difíciles de romper, porque tomamos en nuestras manos lo vulnerable del otro. Este acto de nobleza y de amor verdadero marca nuestras vidas y también la de aquellos que descubren el amor en cada momento entregado en su bien. Quien se siente cuidado, se siente amado.
Saludos,
Departamento de Familia