El Espíritu Santo es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Sabemos bien que es una de las tres Personas divinas que, con el Padre y el Hijo, constituyen la Santísima Trinidad.
Está en nosotros personalmente; mueve nuestros afectos, renueva nuestra alma, hace que Jesús acuda a nuestro pensamiento. Puede guiarnos para tomar decisiones, y nos protege del peligro físico y espiritual.
Es de fe que no podemos tener un solo pensamiento sobrenatural sin el Espíritu Santo. El pensamiento que el Espíritu Santo pone en nosotros, es al principio débil y pequeño; crece y se desarrolla con los actos y el sacrificio.
Al momento del Bautismo recibimos los siete Dones del Espíritu Santo; luego, el Sacramento de la Confirmación fortifica estos maravillosos Dones: Sabiduría, Conocimiento, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios.
Conozcámoslos mejor; oremos para que actúen más vigorosamente en nuestras vidas. Nuestra santificación y salvación dependen de esta profunda unión con el Espíritu Santo y sus Dones.
Saludos,
Departamento de Familia