¡Dios está vivo! El que muere con Jesús, resucita con Él. Dios ha vencido al pecado, a la muerte y al dolor, y nos ha regalado una nueva vida. Nos invita a participar de su amor llenando nuestro interior de su luz. Por más oscuro que sea el momento que vivamos, el fuego del amor de Dios siempre será más grande y poderoso.
“El amor de Cristo nos apremia”: nos urge, nos impulsa, no podemos dejar para más tarde nuestra respuesta. Dios nos necesita, Él tiene planes para nosotros. La alegría de la Resurrección no podemos guardarla, debemos compartirla, debemos contagiarla.
Vivamos como resucitados, siendo testigos de su amor en cada una de las oportunidades que la vida nos ofrece: sirviendo con alegría, compartiendo nuestro tiempo en familia, rezando por nuestros hijos, tratando con respeto, y corrigiendo con delicadeza.
No olvidemos que Jesús resucitado se hace presente en cada acto de amor que realicemos. Que en nuestro hogar se respire la alegría de la Pascua.
¡Felices Pascuas de Resurrección!