La maternidad es una vocación de entrega y paciencia, de ternura y fortaleza. Se construye día a día desde lo más sencillo: en la vida cotidiana, a través del cuidado amoroso hacia quien lo es todo para una madre: su hijo.
No hace falta verlo, la maternidad se vive desde que sabe que está allí, que late otro corazón dentro de ella. Y desde ahí comienza esta gran aventura: con aciertos y desaciertos, aprendiendo día a día a ser madre; llorando y riendo, perdonando y pidiendo perdón.
Cuántos gestos de amor pasan por desapercibidos, como si se dieran por hecho por venir junto al título de ser madre. Pero, detrás de esos cuidados, hay un corazón que dice “sí” cada día, venciendo el cansancio, los miedos y el dolor por el bien de los suyos.
Que sepamos valorar su sacrificio, sus abrazos, sus consejos. El amor de una madre es una de las expresiones más cercanas al amor de Dios.
¡Feliz día a todas las mamás!