Según la tradición, un 16 de julio de 1251, San Simón Stock, superior en ese entonces de los Carmelitas, se encontraba en profunda oración, rogando por sus religiosos perseguidos, cuando la Virgen se le apareció con el hábito de la Orden en la mano, y le entregó el Escapulario.
Santa María le dijo: “El que muere vestido de este Escapulario, no sufrirá las penas del fuego eterno. Perseverad llevando puesto devotamente el Santo Escapulario, porque es mi Hábito. Yo, Madre de misericordia, libraré del purgatorio y llevaré al cielo, el sábado después de su muerte, a cuantos hubiesen vestido mi Escapulario”.
El Escapulario del Carmen está compuesto por dos piezas de lana en tono café oscuro, que están unidas entre sí por dos cordones, y que contiene, en un lado, la imagen de la Virgen del Carmen, y en el otro lado, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Es un sacramental, por lo que debe ser bendecido e impuesto por un sacerdote. Tanto la bendición como su imposición, valen para todos los Escapularios que luego lleve consigo la persona.
“Recibe este santo Escapulario como señal de la Santísima Virgen María, Reina del Carmelo, para que, con sus méritos, lo uses siempre con dignidad, sea tu defensa en todas las adversidades, y te conduzca a la vida eterna”, son las palabras que dice el sacerdote al imponer el Escapulario del Carmen.
Para ganar esta gran promesa, hecha por nuestra Madre del Cielo, la persona que muera con el Escapulario puesto, debe estar en gracia de Dios, es decir, sin pecado mortal.
Si a usted todavía no le han impuesto el Escapulario del Carmen, converse con un sacerdote para recibirlo. No desperdiciemos este regalo que nos brinda el Señor, para que, estando en gracia de Él, podamos gozar de las alegrías del Cielo, eternamente.
Saludos,
Departamento de Familia