Cuando nuestros hijos son pequeños, y se encuentran enfermos, utilizamos un gotero para proporcionarles la medicina que nos han recetado. Esto ayudará a que se recuperen muy pronto. Esto significa que les hemos brindado amor, empleando un simple gotero. Con amor apretamos el gotero, y con el gotero se curó nuestro hijo.
El balde lo usamos de una manera diferente. Por ejemplo, lo podemos emplear para regar un arbusto, y así permitir que la planta viva, decore nuestro jardín, y cuando crezca, nos proteja de los rayos solares cuando nos encontremos descansando. Le hemos puesto amor, al realizar algo muy sencillo: echar agua.
Pero, cuántas veces nos olvidamos de usar el balde -o el gotero- para mantener vivo nuestro amor. Nos referimos al amor que deben tenerse los esposos.
Nos llenamos de excusas: “es que ya no amo con la misma pasión”; “nuestro amor se está terminando”; “me cuesta, me cuesta cargar el balde para mantener esta relación”. ¿Por qué son excusas? Porque si no se puede cargar el balde para regar esa planta que se llama matrimonio, existe un gotero.
El gotero no pesa; se lo puede sostener con dos dedos; basta apretar para que salga el líquido, y el gotero…, curará: una gota, y otra gota, y otra más, acabarán por ayudar a renacer un amor que se consideraba marchito…; ya no podrá secarse…, no morirá.
Hay quienes se empeñan por cargar el balde: “ya no hay pasión”, “ya no es lo mismo”, cuando, si tuvieran deseos de que salga adelante esa relación, sólo bastaría con usar el gotero…; apretamos…, ¡y listo! Disfrute con su esposa -haga lo mismo con su esposo- y que tengan unas lindas vacaciones…
Saludos,
Departamento de Familia