El papel de la Mujer en la sociedad

El domingo 14 de febrero, se cumplieron ochenta años de que San Josemaría Escrivá de Balaguer comenzó con la tarea de formación y promoción de la mujer en el trabajo profesional y las tareas cotidianas de la vida; apenas un año y cuatro meses después de haber fundado el Opus Dei.

En nuestro país (Argentina), se realizaron numerosas celebraciones en cada uno de los centros de la Obra, con adoración al Santísimo, misas y otras actividades.

Desde la Oficina de Comunicación de la Prelatura en la Argentina, difundieron un informe especial con motivo del aniversario que, más allá de este hecho concreto, es una buena oportunidad de reflexionar sobre el papel de la mujer en la sociedad.

Un papel protagónico en la sociedad

El Opus Dei fue fundado por San Josemaría Escrivá el 2 de octubre de 1928, en Madrid.

El 14 de febrero de 1930, cuando la mujer no tenía aún un papel relevante ni activo en la sociedad civil, San Josemaría Escrivá vio con luz divina que debía promover la misión del Opus Dei entre las mujeres. Comentaba, algunos años más tarde, que “la mujer tiene, exactamente igual que el hombre, la dignidad de persona y de hija de Dios”. Estando en la Argentina afirmó que de esa manera se hizo realidad el hecho de que el Opus Dei está destinado a todas las personas, pues es una “gran movilización universal de cristianos para la paz, para el bienestar, para la comprensión, para la fraternidad”.

La mujer tiene para San Josemaría un papel protagónico en la sociedad, y ya en ese año 1930 las veía desplegando en un futuro cada vez más cercano sus cualidades femeninas en la universidad, los periódicos, el mundo político y empresario. Asimismo, consideraba que “la labor de la mujer en su casa” puede convertirse muchas veces en “la función social de mayor proyección”. Porque “lo específico no viene dado por la tarea o por el puesto, cuanto por el modo de realizar esa función; por los matices que su condición de mujer encontrará para la solución de los problemas con los que se enfrente, e incluso por el descubrimiento y por el planteamiento mismo de esos problemas”. “Ante Dios, igual categoría tiene la que es profesora de una universidad, como la que trabaja como dependiente de un comercio o como secretaria o como obrera o como campesina: todas las almas son iguales”.

Se ha recorrido un largo camino

Recientemente el Prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, comentaba en este sentido: “Hoy en día se reconocen a las mujeres -y es lógico- las mismas posibilidades que a los varones en múltiples campos, pero ochenta años atrás no sucedía así. (…) Se ha recorrido un largo camino desde entonces, gracias al esfuerzo de innumerables personas, que han contribuido a que se reconociera -también en las leyes civiles- la dignidad de la mujer, su igualdad de derechos y deberes respecto al varón. Entre esas personas -es de justicia reconocerlo- un lugar especial corresponde a San Josemaría, que desde el primer momento alentó a sus hijas, y a las que se acercaban a la Obra, a alcanzar las metas que les fuera posible, en los más diversos sectores de la actividad humana. Me vienen a la memoria muchos sucesos concretos: desde la fuerza con que animaba a las que tenían condiciones intelectuales a que apuntaran alto en la vida profesional -en el campo de la cultura, de las ciencias, etc.-, hasta el ímpetu, no menor, con que procuró que se reconociera el enorme servicio que rinden a la sociedad otros trabajos”.

A lo largo de estos 80 años, las mujeres del Opus Dei en muchos lugares del mundo han intentado acercar el mensaje cristiano a toda persona. En nuestro país (Argentina), desde el 7 de diciembre de 1952, desarrollan junto con otros ciudadanos -no necesariamente católicos y en muchos casos tampoco cristianos- diversas actividades de promoción humana, educativa, cultural y social como centros de salud, escuelas de formación agraria, colegios, residencias universitarias.

Estas iniciativas, tal vez de mayor envergadura, son solo una parte de lo que realizan las mujeres de la Prelatura del Opus Dei en la Argentina y el mundo entero, porque la principal tarea es la que lleva adelante cada una en su trabajo de todos los días, tanto profesional como familiar y social.

Todavía queda mucho por hacer

En estos 80 años, hubo muchos logros en la revalorización del trabajo de la mujer. “Sin embargo -como afirma Mons. Echevarría con motivo de este aniversario- ¡queda tanto por hacer! Si en muchos ambientes ya se reconoce ampliamente la dignidad y el papel de la mujer, en otros sitios resulta una posibilidad lejana. (…) Como escribió nuestro Fundador, desarrollo, madurez, emancipación de la mujer, no deben significar una pretensión de igualdad -de uniformidad- con el hombre, una imitación del modo varonil de actuar: eso no sería logro, sería una pérdida para la mujer: no porque sea más, o menos que el hombre, sino porque es distinta. (…) Pero a partir de esa igualdad fundamental, cada uno debe alcanzar lo que le es propio; y en este plano, emancipación es tanto como decir posibilidad real de desarrollar plenamente las propias virtualidades: las que tiene en su singularidad, y las que tiene como mujer. La igualdad ante el derecho, la igualdad de oportunidades ante la ley, no suprime, sino que presupone y promueve esa diversidad, que es riqueza para todos”. (Noticia publicada por AICA, el 28 de febrero de 2010).

Saludos,

Departamento de Familia