Ayer, 19 de marzo, celebramos la festividad de San José, modelo de silencio y humildad. De él sabemos de su vida, por lo que describen los primeros capítulos de Mateo y Lucas. Pero en esos relatos no se conocen palabras que hayan sido expresadas por él. Sin embargo, sus obras nos hablan de un hombre justo, fiel y trabajador.
Es un caso extraordinario en las Sagradas Escrituras: un santo al que no se le oye decir ni una sola palabra, pero que realizó una misión trascendental. Dio protección y formó rectamente a Jesús. Podríamos llamarlo, el Santo del silencio.
Callaba, meditaba y actuaba. Con prontitud; sin dejar lo que tenía que hacer para más tarde o para mañana. Es un ejemplo para todos nosotros, especialmente para nuestros hijos, ya que vivió las virtudes de la virginidad, humildad, pobreza, paciencia, prudencia, fidelidad, sencillez y fe. Confió totalmente en Dios, y vivió enteramente la caridad.
El Señor le dejó dos grandes tesoros: el Niño Jesús y la Virgen. Los cuidó hasta su muerte, tan silenciosa como su vida misma.
San José, modelo de padre para todos nosotros; enséñanos con tu vida a formar a nuestros hijos, con el cariño y la dedicación que le entregaste a Jesús.
Saludos,
Departamento de Familia