En la ruta de Belén

María y José están prácticamente a la entrada de Belén. El más grande acontecimiento de la humanidad, está próximo a realizarse: la llegada del Mesías prometido. La Virgen está fatigada por su embarazo, y probablemente con hambre y sed. José, ha tenido que caminar mucho, ya que su esposa ha viajado sentada en el lomo de un borrico.

Pasan unas horas, y ya están dentro del pueblo. José emprende la búsqueda de un lugar donde María pueda descansar y dar a luz. Toca una y otra puerta, pero las casas están ocupadas. Por el censo que decretó el emperador César Augusto, todas las personas de la región han tenido que viajar a su lugar de origen, y por eso, las posadas se encontraban llenas.

Es muy probable que le hayan indicado a José, que había un lugar en un establo, donde podría quedarse. Una luz, al final de un túnel oscuro, apareció ante los ojos del carpintero de Nazaret. Limpió el lugar con algunas ramas, y preparó un pesebre para el Niño, que llegó poco tiempo después, llorando y con un poco de frío.

Luego, acudieron unos pastores, con regalos en sus manos para el recién nacido. Se trataba de comida, y de algo de beber. Les contaron -a José y a María- cómo el ángel les dio la noticia, de que había nacido el Salvador, y luego, les hablaron de  la aparición de una  multitud de ángeles, que daban  Gloria a Dios, y paz a los hombres.

María y José eran los seres más felices de la tierra. Las contrariedades por las que tuvieron que pasar, les parecían poco al lado de lo que significaba ver y tocar a Jesús, el Hijo de Dios.

Mañana festejaremos la Nochebuena. Imitemos a esta hermosa Familia. Que los percances por los que tenemos que atravesar, y que son inevitables, no quiten la alegría y la paz que siempre debemos mantener. Que los hogares de las familias del Torremar, ¡tengan una santa y feliz Navidad!

Saludos,

Departamento de Familia