En un rincón de su cuerpo

Comenzó a existir en un día cualquiera, y luego fue creciendo,…en un rincón del cuerpo de su mamá. El latido de su corazón se fundió con el de su madre. Crecieron sus brazos, sus piernas, y cada mes, la historia seguía. Los primeros movimientos; el control pre-natal; los ecos que van y vienen. Y los latidos cardíacos sonaban con más fuerza.

Se venía el tiempo de nacer. La habitación decorada; la cuna preparada; la ropa lista. También los suplementos alimenticios, por si amamantar no era suficiente para alimentar a esa pequeña personita que venía al mundo.

El nombre, quizá escogido antes de ser concebido. ¿A quién se parecerá? ¿Al papá, o a la mamá?

Así es la ilusión de la llegada de un hijo. Un hijo que se gestó,… en un rincón de su cuerpo. Que una vez nacido, se siente cómodo en el regazo de su madre. Que luego, extenderá sus brazos, para ser cargado por su madre. Una vez en el pre-escolar, la madre lo consolará durante los primeros días de clase; y a ella le contará sus alegrías y sus penas.

No hay duda. La madre se constituye en el mejor “rincón” que un ser humano puede tener. De chico, y también de mayor. La madre y las tareas. La madre y las confidencias. La madre y los consejos. La madre y su compañía en la primeras fiestitas. La madre convertida en paño de lágrimas, cuando vienen las primeras decepciones amorosas.

En un rincón del cuerpo de nuestras madres y esposas, nos formamos nosotros y nuestros hijos. Madres,… y esposas. A nuestras madres, quizá no las tengamos por mucho tiempo. Es por eso que debemos brindarles todo nuestro cariño y agradecimiento por lo que hicieron por nosotros. A nuestras esposas, no dejemos de ofrecerles el mayor afecto y dedicación, por ser nuestras inseparables compañeras, y las madres de nuestros hijos.

¡Que el Señor las bendiga siempre!, y de modo especial hoy,…en este día dedicado especialmente a las Madres.

Saludos,  

Departamento de Familia