Un corazón que late de amor; una espléndida rosa; una extraordinaria fragancia; la paz plena y absoluta; la alegría que llena el mundo, y parece desbordarlo. Un ambiente de fiesta rodea a la Santísima Virgen, cuya fiesta de la Asunción, conmemoramos hoy, 15 de agosto.
Si usted no ha sentido algo muy especial cuando se habla de María, es momento de tratarla. De verla en una imagen que la representa; de recordarla en cada Avemaría que rezamos; de imaginarnos cómo será nuestro encuentro con Ella, cuando estemos en el Cielo.
Trono de sabiduría; Causa de nuestra alegría; Puerta del Cielo; Estrella de la mañana; Refugio de los pecadores; Consoladora de los afligidos; Auxilio de los cristianos…, son frases llenas de profundo afecto, que recitamos en las Letanías, cuando rezamos el Rosario. Pero frases, que no alcanzan a dimensionar a quien dijo: ¡Sí!, cuando el Ángel le propuso, ser la madre de Jesús, que redimiría a la humanidad.
Hoy, es día de Fiesta. Recordamos aquel instante, en que nuestra Madre fue llevada en Cuerpo y Alma al Cielo. Regocijémonos con Ella. Festejemos su permanencia eterna junto a su Hijo, en el Reino de Dios. Tiempo de rezar, y tiempo de agradecer tantas bendiciones que hemos recibido de la Virgen Santa.
Cuántos cuidados hacia nosotros le debemos, y quizá no los conozcamos, pero que ocurrieron…, en algún momento de nuestras vidas.
¡Feliz día…, María!
Saludos,
Departamento de Familia