Es digno de aplaudir ese despertar de muchas familias, que salieron a las calles para que sean reconocidos sus derechos sobre los valores que deben permanecer en nuestros hogares. Ahora, que hemos vuelto de la marcha a nuestra casa, resulta más clara la necesidad de recibir formación sobre aspectos actuales que guardan relación con la vida de nuestros hijos, y de estar al tanto de los temas que van a influir de una manera decisiva en su personalidad.
No debemos pensar que basta con los conocimientos que tenemos, y que la preparación que recibimos cuando éramos niños es suficiente para darles consejos adecuados a quienes tenemos bajo nuestra tutela.
Hoy necesitamos aprender más, recibir más apoyo sobre aspectos que enriquecen y también de otros que afectan a nuestras familias. Acudir a cursos, charlas, programas, sesiones; es decir, a todo aquello que nos ayude a formar mejor a nuestros niños y adolescentes.
Convirtamos nuestro hogar en un espacio de paz, de alegría, de lealtad, de fortaleza, de comunicación continua de los padres con sus hijos y de los esposos entre sí. Un hogar, en el que siempre esté Jesús en el centro de nuestras actividades familiares.
Saludos,
Departamento de Familia