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Guarda silencio y espera en Dios

Estamos viviendo momentos inquietantes, que provocan en nosotros incertidumbre y temor; situaciones del diario vivir, como conciliar la familia y el trabajo, adaptar el ritmo de vida al clima o a la inseguridad, la incertidumbre sobre el futuro de nuestra patria… En fin, cosas que nos preocupan y hacen ruido en nuestras almas.

Hoy queremos invitarlos a serenar el corazón, a calmar nuestros pensamientos, a dejar de pelear con la realidad. ¿Cómo lograrlo? Guardando silencio.  Y esto no es fácil: requiere de práctica, voluntad y, sobre todo, fe. Cuando confiamos y creemos de verdad en la providencia de Dios, todo vuelve a la calma.

Guardar silencio significa hacerse a un lado para encontrarse con Dios, dejarlo actuar en nuestras vidas, dejarlo ser Dios. Él todo lo sabe. Si caminamos de su mano, todo lo que pase será para bien, incluso si nos toca sufrir más de lo que pensamos que podríamos soportar.

Esperar en Dios es la garantía de una vida feliz, llena de paz. El tiempo nos alcanzará, si le damos tiempo a Dios. El sufrimiento será llevadero si lo unimos al de Jesús. El futuro no nos angustiará si lo dejamos en manos de Dios. No pretendamos controlarlo todo. Esperar en Dios nos hace verdaderamente felices. Eso es lo que hace un hijo que ama y confía en su Padre.

Departamento de Familia