Inmenso gozo

Los Reyes Magos, venidos del Oriente, han atravesado por muchos lugares, antes de llegar a Belén. Han vuelto a ver  la estrella, con todo su esplendor. Preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.

Y llegan,… a una casa. Donde estaban María y el Niño. No se menciona a José, que probablemente habría salido, o quizá permanecía callado, pero también lleno de gozo; viendo con gran interés, este acontecimiento.

Probablemente los Reyes Magos, que la tradición los llama Gaspar, Baltasar y Melchor, han llegado acompañados de algunas personas; pero se habla de tres presentes (oro, incienso y mirra), lo que nos hace suponer, que fueron los tres quienes adoraron al Niño.

María, siempre servicial, siempre agradecida, los habría invitado a pasar. Y allí comentarían todo lo relacionado con el nacimiento del Salvador del mundo, del Mesías prometido. María no tendría secretos con ellos, y ellos –obviamente llenos del Espíritu Santo-, le contarían el milagro de la estrella, y cómo su resplandor, descendió sobre aquella casa.

Unos Magos, una estrella, una casa, María y el Niño, son los protagonistas de esta gran fiesta que hoy celebramos: La Epifanía, es decir, la manifestación de Jesús ante los Reyes Magos.

Nosotros, al igual que ellos, acudiremos a una iglesia cercana, para brindarle nuestra oración de adoración al Niño. Y de agradecimiento, por haber venido al mundo para reconciliarnos con Dios.

Que esta fiesta no pase desapercibida. Que nuestro hogar sea la casa de Jesús; el lugar para acoger a los Reyes Magos. Y que ellos nos enseñen a ser humildes, a dejar atrás la soberbia, que aleja y entristece. ¡Feliz día, de la Epifanía!

Saludos,

Departamento de Familia