Hijo de Dios. Y de María y de José. De José, hijo adoptivo, pero de quien habría imitado mucho su forma de ser. La manera de caminar, la forma de hablar, de comer, su amor a la Virgen…, su serenidad.
Y su forma de trabajar. Siempre el acabado perfecto; las obras entregadas a tiempo; hechas con esfuerzo y dedicación; conservando las medidas; ganándose el pan con el sudor de su frente.
Fuerte; probablemente con la tez bronceada por las caminatas tan largas, y las predicaciones hechas al aire libre, sin que haya carpas que lo protegieran del sol. ¿Y el color de sus cabellos, y de sus ojos? Esto, probablemente lo sabremos cuando estemos cara a cara con Él, en el Cielo.
Según lo narrado en los Evangelios, su voz era fuerte. De otra forma no se explica su intervención en el Sermón de la Montaña, o cuando pedía que empujaran la barca más allá de la orilla para hablarles, porque la gente se agolpaba a su alrededor.
Debió tener una personalidad que atraía; de allí que una cualidad haya sido su buen humor, su sonrisa, y también sus ocurrencias, que atraían a todos. Un don de gentes impresionante, y un amigo inmejorable, con el que se pasaban momentos amenos de tertulia. Qué bien se tiene que haber pasado en Betania, en la casa de Lázaro, Marta y María.
Jesús -Yeshúa en arameo-, tuvo que ser el Hijo más cariñoso, más servicial y más alegre. Cómo lo disfrutaría María. Cómo lo extrañaría cuando se ausentaba por mucho tiempo, debido a sus viajes a través de las ciudades y pueblos aledaños a su región.
Jesús de Nazaret, el Rey de los judíos. ¿Cómo lo pensamos nosotros a lo largo del día?… ¿Cómo un Espíritu que flota o vuela por la tierra?… ¿Por qué no lo pensamos como fue: un hombre de carne y hueso que sentía hambre, dolor, cansancio y sufrimiento, pero también una alegría inmensa cuando la gente se arrepentía de sus pecados?
Aprendamos a verlo así todos los días, y será más cercana su figura, y nuestra oración será mejor, y estaremos al lado de un Ser Humano que ahora está presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Hostia Santa.
Saludos,
Departamento de Familia