Hoy brillará la luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor. Es el gran anuncio que conmueve en este día a los cristianos y que, a través de ellos, se dirige a la Humanidad entera. Dios está aquí. (Es Cristo que pasa, 12).

Estamos en Navidad. Los diversos hechos y circunstancias que rodearon el nacimiento del Hijo de Dios acuden a nuestro recuerdo, y la mirada se detiene en la gruta de Belén, en el hogar de Nazareth. María, José, Jesús Niño, ocupan de un modo muy especial el centro de nuestro corazón. ¿Qué nos dice, qué nos enseña la vida a la vez sencilla y admirable de esa Sagrada Familia? (Es Cristo que pasa, 22).

Al pensar en los hogares cristianos, me gusta imaginarlos luminosos y alegres, como fue el de la Sagrada Familia. El mensaje de la Navidad resuena con toda fuerza: “Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc II, 14). “Que la paz de Cristo triunfe en vuestros corazones”, escribe el apóstol (Col III, 15). (Es Cristo que pasa, 22).

Jesús nació en una gruta de Belén, dice la Escritura, “porque no hubo lugar para ellos en el mesón”. —No me aparto de la verdad teológica, si te digo que Jesús está buscando todavía posada en tu corazón.

Hace falta una recia vida de fe para nos desvirtuar esta maravilla, que la Providencia divina pone en nuestras manos. Fe como la de los Reyes Magos: la convicción de que ni el desierto, ni las tempestades, ni la tranquilidad de los oasis nos impedirán llegar a la meta del Belén eterno: la vida definitiva con Dios. (Es Cristo que pasa, 32).

Que el espíritu de la Navidad permanezca en sus hogares durante el año 2019.

Saludos,    

Departamento de Familia