Las olas y el viento

Nos dice el Evangelio que los apóstoles se encontraban navegando después de haber escuchado la predicación de Jesucristo, y de haberse saciado de los panes y los peces que Él les había proporcionado mediante un milagro portentoso. 

El Señor les había solicitado que se dirigieran a la otra orilla del lago, mientras Él dedicaba un tiempo a la oración. A mitad de la travesía la barca estaba sacudida por las olas, ya que el viento le era contrario. Aquellos hombres se asustaron. Querían que el Señor estuviese con ellos, porque les daría la seguridad que en esos momentos necesitaban. 

Y Jesús fue hacia ese lugar caminando sobre las olas; subió a la embarcación y les tranquilizó: “Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo”. No apaciguó en ese momento al viento y las olas, pero les dio una luz para que su corazón no se hundiera; conozco que estáis atravesando dificultades, pero no temáis, seguid luchando, confiad en que Yo no os he dejado de lado y sigo estando cerca. 

Cuántas veces a lo largo de nuestra vida experimentamos sufrimientos de todo tipo, y en algunos instantes hasta desesperación. Es el momento de manifestarle que camine sobre las olas de nuestra incredulidad, y que atraviese el viento impetuoso de la desesperanza que cargamos sobre nuestros hombros. 

Aunque parezca que nos vamos a hundir irremediablemente; que este problema es imposible de resolver; que fracasaremos en el intento de sacar a flote nuestras dificultades; para Dios, nada es inalcanzable. Él lo puede todo. Caminó sobre las aguas y fue hacia ellos. ¿Cómo no hará lo mismo con nosotros, que también somos sus hijos, si tenemos fe en que conseguiremos el milagro que le solicitamos? 

Los apóstoles llegaron a la otra orilla alegres, serenos, y optimistas. Experimentaron la paz que necesitaban, para seguir con el Señor ayudándole en la misión que le había encomendado su Padre. 

Tengamos confianza en que esa paz llegará. Que luego, esos malos recuerdos pasarán. Para conseguir esto, no debemos dejar de pedirle a Jesús que obre ese milagro que anhelamos. Debemos ser constantes en la oración,… y agradecidos. 

¿Cuál es su problema?… Manténgase en la barca y reme con la firme convicción de que Cristo caminará sobre esas aguas turbulentas para estar junto a usted,… acompañándole siempre.

Saludos,   

Departamento de Familia