La maternidad es un don de Dios que viene acompañado de una hermosa y delicada tarea: acoger y cuidar la vida de aquellos que les han sido confiados y que luego volarán a escribir sus propias historias.
En algunos casos, sus hijos ya habrán dejado los biberones, los pañales y todo parece menos ajetreado, van entrando en otras etapas donde vienen nuevos retos: los estudios, las salidas, la preocupación cuando ya les toca cuidarse solos. Pero, en cada etapa, las madres se hacen presentes y van creciendo con ellos, van aprendiendo a amar más y mejor.
Las madres, con todas sus imperfecciones, son luz en sus hogares, porque el amor por sus hijos les permite brillar a pesar del cansancio y las contrariedades. Pero, ¿qué las sostiene? ¿Qué las mantiene firmes en los momentos difíciles? Es el saberse hijas de Dios, muy amadas por Él, y ese amor es la fuente de su fortaleza, las sostiene y les permite superar la angustia, la inseguridad, pues confían en que Dios cuida de sus hijos mejor que ellas mismas.
Encomendamos a todas las madres del mundo, especialmente a las que forman parte de la familia Torremar. Que María, nuestra Madre, sea siempre su modelo.
Saludos,
Departamento de Familia