Desde tiempos inmemorables, el ser humano ha buscado entretenerse para olvidar sus responsabilidades. Para eso ha recurrido a diferentes medios a lo largo de la historia como el teatro, la literatura o la música. Pero el 26 de enero de 1926, un ingeniero llamado John Logie Baird mostró un sistema para transmitir en directo imágenes en movimiento. Este sistema evolucionaría a uno de los inventos más importantes de las últimas décadas: la televisión. Por años, fue el espacio donde nos informábamos y entreteníamos, sobre todo con la televisión por cable. Pero eso cambió con la llegada de Netflix. El famoso servicio de streaming empezó como un servicio postal para rentar películas, pero decidió optar por brindar material de manera digital. Al pasar los años, Netflix empezó a incrementar su catálogo, incluyendo algunas producciones originales. Pero en los últimos años muchas compañías han tratado de incursionar en el mercado del streaming mediante el lanzamiento de servicios como Disney+, Amazon Prime, Apple Tv+, etc. Cada una trata de atraer al público usando algún incentivo, como la nostalgia en el caso de Disney+, pero a pesar del contenido y los beneficios que este servicio puede brindar, sufre de dos grandes problemas.
El contenido original es uno de los principales incentivos que los servicios usan para atraer al público. The Mandalorian, The Boys, La Casa de Papel, etc., todas estas series son usadas por las compañías para mostrarle al publico que su servicio brinda contenido de calidad. Pero no siempre es así. Toda compañía tiene sus altos y bajos; lo importante es olvidar lo malo y promover lo bueno. Sin embargo, las compañías bombardean constantemente a los usuarios con publicidad, sin considerar antes si lo publicitado realmente les va a interesar o si incluso va a ser bueno. Netflix es un claro ejemplo: varias de las series y películas que promociona terminan siendo muy malas o decepcionantes. Hay contenido de calidad, pero no es la mayoría y el espectador toma eso en cuenta. ¿Realmente vale la pena pagar una membresía para ver solo una serie, documental o película? Es un problema bastante grande en estos servicios, pero parece que algunos están conscientes de ello y buscan atraer con más contenido de calidad, como Disney+ y sus series de Marvel.
El exceso de streaming no solo trajo consigo producciones originales, tanto malas como buenas, sino que resucitó a una de las prácticas más populares de la década del 2000: la piratería. En ese tiempo, cuando uno no alcanzaba a ver alguna película o quería ver antes los capítulos de una serie, acudía a sitios para verlos o descargarlos ilegalmente y sin tener que pagar. Sin embargo, no era una alternativa muy buena, ya que el audio y video no eran siempre de calidad. Pero ahora, con la gran cantidad de servicios de streaming, la piratería ha incrementado bastante, no solo en cantidad sino también en calidad. Hay varias páginas que brindan series y películas en HD, con idioma al español y además con subtítulos. Los servicios de streaming han facilitado la distribución ilegal, tanto de películas y series como de contenido original. Un ejemplo muy reciente es el remake live action de Mulán. Debido a la pandemia de COVID-19 y el cierre de los cines, Disney decidió lanzarla en Disney+, y solo se podía ver pagando un costo adicional. La película no tardó en ser pirateada y distribuida ilegalmente por la red. Esto causó grandes pérdidas para Disney, y mostró uno de los mayores problemas con los servicios de streaming.
El servicio de streaming parece ser una de las nuevas alternativas para la televisión por cable, pero no es la mejor, debido a sus defectos ya mencionados. Las plataformas no suelen brindar mucho contenido original que sea de calidad y, además, están expuestas a la piratería. Todo esto muestra que la televisión por cable aún no llega a su fin, siendo el mejor lugar para estrenar series e informarnos a través de noticieros. Si los nuevos servicios de streaming quieren atraer a más público, deben empezar ofreciendo contenido original de calidad.
Por Juan Pablo Adum