Algunos de nuestros hijos optan por estudiar en el extranjero. Cientos de kilómetros nos separan entre un país y el otro. Meses enteros en los que la comunicación -aunque ahora es buena por la tecnología que tenemos- no permite realmente darnos cuenta de las dificultades por las que pasan todos los días. En parte, porque ellos no desean preocuparnos, y piensan que solos podrán resolver esos inconvenientes.
Es entonces cuando la oración tiene que hacerse parte de nuestras vidas, poniendo a nuestros hijos en el centro de nuestras meditaciones.
Recordemos que se marchan apenas saliendo de la adolescencia, y que la madurez la irán adquiriendo en el camino. Es por esto que la comunicación no puede faltar, pero tampoco debemos dejarlos sin la protección de una plegaria, en la que la Virgen y su Hijo no pueden faltar a la hora de elevar nuestra voz al cielo por ellos.
Hay muchas fiestas litúrgicas a lo largo del año, que deberían ser como despertadores espirituales, para encomendar a nuestros seres queridos. A los que están cerca de nosotros, y a los que se encuentran lejos por distintos motivos.
Ayer recordamos al Corpus Christi, pero en este mes hay otras celebraciones más que festejaremos. Entre otras, recordaremos a San Josemaría, patrono de los colegios en que estudiaron nuestras hijas e hijos. No olvidemos pedirle su protección para ellos, a quienes tanto cuidó mientras estaban en nuestros planteles.
Los que están lejos… los que se van. Que no sientan nunca la falta de palabras que los estimulen; de consejos que los orienten; de oraciones que los acompañen en sus problemas, que algunas veces los pasan en silencio.
Saludos,
Departamento de Familia