Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

El jueves 6 de octubre de 1932, haciendo oración en la capilla de San Juan de la Cruz, durante su retiro espiritual en el convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia, san Josemaría tuvo la moción interior de invocar por vez primera a los tres Arcángeles y a los tres Apóstoles: S. Miguel, S. Gabriel y S. Rafael; S. Pedro, S. Pablo y S. Juan. Desde aquel momento, los consideró Patronos de los diferentes campos apostólicos que componen el Opus Dei.

Bajo el patrocinio de San Rafael estaría la labor de formación cristiana de la juventud. La formación de los miembros del Opus Dei que habían acogido una vocación al celibato en medio del mundo, a san Miguel y al apóstol san Pedro.
En cuanto a los padres y madres de familia que participasen en las tareas apostólicas, o formasen parte de la Obra, tendrían por patrono a San Gabriel.

Todas las futuras actividades del Opus Dei entrarían en una de estas tres Obras, a las que Escrivá llamaría de San Rafael, de San Miguel y de San Gabriel. Había estado pensando en fundar una asociación para gente joven, pero concluyó que sería mejor no formar ninguna asociación, sino simplemente dar formación a la gente joven, tal vez mediante una academia como la Cicuéndez, donde daba clase. Durante el retiro se reafirmó en esa convicción.

Dos días más tarde, el sábado, escribe: — Recé las preces de la Obra de Dios, invocando a los Santos Arcángeles nuestros Patronos: San Miguel, S. Gabriel, S. Rafael… Y ¡qué seguridad tengo de que esta triple llamada, a señores tan altos en el reino de los cielos, ha de ser –es- agradabilísima al Trino y Uno, y ha de apresurar la hora de la Obra!

En otra catalina del 8 de mayo de 1931, fiesta de la “aparición de S. Miguel”, se lee: — He encomendado la Obra a San Miguel, el gran batallador, y pienso que me ha oído.

Componían sus apostolados gentes de diferente estado civil, profesión, edad y otras circunstancias personales. Entre esas personas y la Obra no existía vinculación jurídica sino unos deberes de servicio y fidelidad aceptados libremente, de buena gana, hasta donde diera de sí una respuesta generosa a la vocación divina. Junto a esa organización estaban las tareas apostólicas, vertebradas bajo la advocación de los tres Arcángeles y con la cohesión interna propia de la espiritualidad de la Obra, cuyo meollo consistía en la santificación del trabajo y en el apostolado a través del ejercicio de la profesión. (Fuentes: Coverdale, John F. La fundación del Opus Dei; Vázquez de Prada, Andrés, El Fundador del Opus Dei I).

Saludos,

Departamento de Familia