Fue el sábado… Transformaron la podadora, el martillo, la escoba, y otros instrumentos que manejan todos los días para laborar, en pelotas, arcos, recipientes para encestar, conos para saltar, esponjas para hundirlas en el mar, corriendo para exprimirlas y llenar los baldes hasta el tope, y así ganar otro concurso más.
Risas que se convertían en carcajadas; empujones en abrazos; chistes que iban y venían. Luego, el baño en el mar, que los esperaba para refrescarlos de un esfuerzo especial.
No el de todos los días, producto de cargar, cortar, sembrar, regar, limpiar, ir de un lado para el otro,… donde los necesiten.
A las manos fuertes y cálidas, ahora les tocó descansar. Fueron utilizadas para nadar, jugar, aplaudir y servirse los alimentos, que con todo esmero fueron preparados para su deleite.
Dios bendice esas manos trabajadoras, llenándolas de vigor todos los días. Si usted las encuentra por el camino, cuando nos visite, no dude en extender las suyas, para darles un buen apretón.
Son las manos que forjan, con su servicio, la imagen del Torremar.
Saludos,